Todo cambio implica un riesgo. Lo es la modificación del formato habitual en la preselección de participantes de la instancia definitoria de la Fiesta Provincial de Teatro, ya que de que de ella saldrán los representantes locales para la nacional de 2019. El nuevo esquema tiene las huellas digitales del delegado tucumano del Instituto Nacional de Teatro, Roberto Toledo, quien venía bregando desde el año pasado (cuando asumió el cargo) para actualizar la dinámica y abrir la participación, lo que logró ahora.
El origen de Toledo en el interior de la provincia es determinante en varios sentidos. Discípulo de Edith Sesma en Aguilares, en cuyo homenaje se bautizó la Fiesta de este año y ciudad en la que se realizará la apertura oficial el viernes, desplegó sus artes no artísticas para conseguir autorización de la conducción nacional para que haya una doble instancia. En la primera, un jurado local especialmente designado (lo integraron los actores del Teatro Estable de la Provincia Rubén Ávila y Ricardo Podazza y la coreógrafa Beatriz Lábatte, de amplia trayectoria como jurado dentro del INT) tuvo la misión de ver las obras que se inscribieron para la competencia. Ellos eligieron 15 espectáculos para la ronda final, que tendrá lugar hasta el 1 de diciembre en la capital, con otro tribunal de evaluación integrado por Javier Vivas (reemplazará a Rafael Bruza, quien era el elegido originalmente), Raúl Saggini (santafesino, jurado nacional de calificación de proyectos del INT) y Flavia Molina (teatrista de Jujuy).
De esta competencia pudieron participar (con inscripción previa) todas las obras que se estrenaron este año o las reposiciones que no estuvieron en el certamen anteriormente, aunque hayan figurado en cartel en forma previa. Las cifras oficiales del INT arrojan que, pese al catastrófico 2018 en términos de caída de público y de taquilla flaca que se está atravesando, los grupos mantienen prácticamente la misma actividad que en otras temporadas. Para esta instancia, hubo una treintena de anotados, cifra que no se replica en ninguna otra provincia de la región. Y a ellos se suman estrenos de otros grupos que no fueron de la partida competitiva por diversos motivos.
La primera etapa de la Fiesta se subdividió en tres tandas: dos se concentraron en la capital y la restante fue pensada para los elencos del interior. Se las llamó Encuentros, y el primero fue entre el 1 y el 9 de septiembre, con funciones en San Miguel de Tucumán; y la segunda tuvo lugar el fin de semana del 22 y 23 de ese mes en Aguilares, donde se concentraron los elencos del interior. Si bien su actividad es febril e intensa, aunque poco conocida para el gran público, de esta ronda sólo participaron cinco espectáculos pese a que hay muchos más. Y todo cerró entre el 22 y el 28 de octubre, para las puestas restantes. A las horas, el dictamen fue hecho público, lo que siempre implica un instante crítico.
Hasta este año, la preselección era realizada viendo las obras inscriptas en grabaciones de video. Esto conspira con la idea matriz de que el teatro es un hecho único e irrepetible, que cambia de función en función, y de que la percepción de lo espectacular sólo puede ser integralmente registrada en directo en una sala, con los artistas sobre el escenario. En la fundamentación de la reforma, Toledo habló también de igualdad de condiciones para todos, porque algunos jueces veían en vivo la obra por su propio interés cuando estaban en funciones (sin anunciarse en boletería), mientras que los elencos del interior quedaban relegados en esa posibilidad.
El mecanismo existente hasta 2017 era una respuesta a la cantidad de anotados a la competencia, de la cual se eligen a dos elencos como ganadores de la provincia y, por tal, representantes de nuestro teatro en encuentros nacionales y regionales. Además, los suplentes (una cantidad indeterminada, entre tres y cinco) también se ven beneficiados con giras por el NOA y con la posibilidad de obtener invitaciones de otras provincias, con gastos pagos y honorarios cubiertos para todo el grupo. En épocas de grave escasez económica, es como encontrar un oasis virgen en medio del Sahara a las tres de la tarde y tras una semana de caminata por la arena.
Toledo intentó que los cambios comenzasen a implementarse el año pasado, pero se dio de bruces con una cerrada negativa. Había poco tiempo para organizarlo y era costoso; en realidad, el mensaje que recibió era que acababa de llegar al INT, que debía esperar su turno para proponer cosas, que tenía caminar algún tiempo por el desierto de la política antes que recibir una botella de agua fresca. Entendió el discurso, guardó su idea en la mochila (no sin malestar), acumuló fuerzas y la lanzó victoriosamente ahora.
Si es una buena o mala estrategia, se verá en el tiempo. En principio, todo lo que sea mejorar la participación y ampliar los derechos es bienvenido, ya que fortalece las instituciones, sus formas de expresarse y la confianza ciudadana en su funcionamiento. En este caso, el resultado no pasa por el mérito artístico sino por la sensación de que el INT esté más cerca de los teatristas, en momentos en que las angustias arrecian y algunas salas tienen más butacas libres que ocupadas.
Además, la crisis política que atraviesa el INT hace que la incertidumbre arrase las emociones y los buenos deseos, sin saber cómo evolucionará la interna que tiene paralizado el ente nacional, ni si todos los fondos comprometidos para los proyectos en marcha serán remitidos en tiempo y forma. Las funciones de la Fiesta local serán un termómetro para medir el clima: en las reuniones organizativas hubo voces minoritarias que propusieron que no se haga esta instancia en señal de protesta, pero primó el criterio de que al final de cada representación, se siente posición sobre la situación.
Hasta ahora nada indica que no se hará la Fiesta Nacional para mayo de 2019, pero estar seguro de que tendrá lugar es no ver la realidad. La falta de estabilidad interna hace que, por momentos, sea más relevante lo que pasa abajo de los escenarios que cuando se encienden las luces.